Calle 20. Entre telas. Septiembre 2011




Hace no mucho tiempo las máquinas de coser eran uno más de la familia y rara era la casa en la que no había una pero en los últimos años parecían relegadas a convertirse en objeto de coleccionista cual máquinas de escribir, más apreciadas por su valor romántico y estético que por el funcional. Para rescatarlas del olvido, llegan iniciativas como los café costura recién inaugurados en Madrid y Barcelona.

Un café costura recupera la idea del ciber-café sustituyendo los ordenadores por máquinas de coser que se alquilan por horas mientras puedes tomar una bebida. Dispuestos a ponérselo fácil a los amantes del háztelo tu mismo que quieren dar un toque personal a lo que visten, ofertan talleres de iniciación a la costura, para que no nos queden excusas.

Pero aún hay más. Costura, en Barcelona, se presenta como una mercería del siglo XXI cargada de servicios añadidos: telas diferentes, alquiler y venta de máquinas de coser, kits importados de Japón con sellos para estampar destinados a customizar ropa y accesorios, rotuladores para tela destinados a convertir tus zapatillas en una prenda única, kits de telas que incluyen patrones sencillos para coser la ropa de los niños... Leyla va más allá y nos cuenta: “Todos los diseños propuestos son susceptibles de realizar con pocas nociones de costura, pero también ofrecemos la posibilidad de que decidas el cómo y nosotras lo hagamos por ti”.
La idea partió de una japonesa, una valenciana y una argentina, “que nos encontramos en la guardería de nuestros hijos y coincidimos en gustos, inquietudes y necesidades”.
Cada una procedía de un ámbito diferente: Sonia tenía una tienda, Asami es dueña del restaurante Bouzu en el que trabajaba y Leyla era empleada de una productora audiovisual. Pero tenían en común que “todas aprendimos a coser de pequeñas y queríamos volver a ponerlo en práctica. La mecha se encendió cuando una de nosotras buscaba desesperadamente una camisa hawaiana que nunca encontró y le hizo pensar en hacérsela ella misma”.

Teresa, al frente del madrileño Teté Café, siempre ha estado rodeada de hilos y telas: su madre era modista, “en un grupo de teatro experimental de Zaragoza comencé haciendo mis primeros diseños para los actores y más tarde estudié Historia de la Indumentaria y Diseño de moda”. Antes de lanzarse a la aventura de abrir un café costura, trabajaba como estilista de vestuario para televisión pero “en un momento de cambio en mi vida me planteé la idea del "DIY" (siglas para el “háztelo tú mismo” inglés) como concepto de negocio creativo”.

Teté Café dispone de tres espacios diferenciados: el café costura; un showroom de ropa vintage y de diseñadores “para los que no tienen paciencia para hacérselo ellos mismos” y una sala destinada a realizar diversos talleres que van desde el bordado con aguja mágica al diseño de tocados y cursos de costura dedicados especialmente a niños y a hombres - “Me pareció una idea divertida y ellos están encantados con la idea” -cuenta Teresa al respecto-.

Más allá de estos establecimientos, los talleres-escuela para aprender a coser empiezan a tener cada día más demanda. Marian, al frente de Living de Crafts, empezó a crear complementos como hobbie pero no tardó en dejar a un lado sus inicios profesionales en el campo del medio ambiente, para lanzar su propia línea de ropa elaborada a mano y enseñar: “primero a través de un canal en youtube sobre costura y manualidades donde realizo tutoriales, reviews y consejos sobre el handmade y después con talleres presenciales”.

No hay más que pasarse por las sesiones organizadas en el centro social autogestionado Tabacalera para encontrar más pruebas de este creciente interés. Allí se puede atender desde a un taller de patronaje africano/occidental hasta al laboratorio de customización de ropa que se ha convertido en la marca de la casa.

Ante este resurgir del mundo de la costura, no es de extrañar que también las materias primas se reinventen y vuelva el interés por crear nuevos estampados textiles. La Casita de Wendy se ha convertido en un referente nacional en la materia: “Empezamos utilizando técnicas más básicas como la serigrafía o pintando a mano y ahora hemos incorporado la estampación digital”. Además de aplicarlo a sus diseños, hace tres años empezaron a impartir clases en El Estudio “pensamos que podíamos compartir las cosas que hemos aprendido. En los talleres de estampación enseñamos desde cómo preparar un archivo para estampación digital a cómo utilizar técnicas manuales como los sellos, el stencil y la serigrafía para estampar con pocos medios y conseguir resultados bonitos y profesionales”.

Silvia Calles impregna todos sus diseños de un inconfundible sello personal estampando sus ilustraciones en prendas cotidianas: “Lo que más me gusta es integrar las ilustraciones en pecheras, bolsillos, pequeños camafeos bordeados con pasamanerías sobre las prendas que diseño. Otra línea de trabajo es la sedigrafía en formatos muy grandes. Ahora estoy diseñando un all over para estampar los forros de las prendas de invierno, serán prendas con sorpresa...”. Le preguntamos por sus comienzos: “quise integrar mis ilustraciones en las colecciones de ropa y complementos que ya hacía. Hace años era difícil vender los cuadros que exponía y decidí trasladarlos a las prendas. Primero fueron prints plastiqueros en camisetas, luego sedigrafía, pero las ilustraciones perdían la textura del lápiz, perdían alma. Por fin encontré la estampación digital, que respeta a cien por cien los trazos”.
Su primera estampación fue la carita aniñada de mirada inquieta que hoy es la bandera de la marca. Por aquel entonces no podía ni imaginar que algún día existiría una colección “Silvia Calles´closet for MUMA Interiores” en la que se comercializarían muebles y ropa de casa
diseñados individualmente. “El soporte digital nos permite fabricar el sofá, mesa o silla con la ilustración, fondos y acabados que el cliente prefiera para su casa, hoteles u oficinas. Se me ha abierto un mundo enorme”.

Vanessa “Lady Desidia” nos cuenta más del proceso de producción de sus estampados: “Todo comienza anotando ideas y dibujando bocetos en papel sobre el tema que he elegido. Escanear y limpiar los dibujos en el ordenador, escalarlos y realizar diferentes composiciones. Decidir si se tratará de un all-over o un posicional estampado en una parte de la prenda, elaborar el rapport que mejor funciona, hacer pruebas de color, de texturas... elegir el tejido y el tipo de estampación, encargar la producción, y cruzar los dedos para que no haya demasiados problemas. Puede hacerse una producción relativamente pequeña. Nosotros preferimos ofrecer ediciones limitadas que podemos mimar, pero afecta a los costes”. Para cuidar el producto final, a Vanessa le gusta colaborar con especialistas: “Diseño los complementos ilustrados, los estampados y dibujo cómo quiero que sean los vestidos. Después delego la confección en alguien que lo hace muy bien. No me he formado como diseñadora de moda, por eso también me gusta hacer colaboraciones con diseñadores con los que conecto y a los que admiro, como las colecciones cápsula con Roberto Navazo o los maravillosos bolsos de La Carola”.

La oferta está servida, ¿alguien más se anima a incluir entre sus propósitos para el nuevo curso la creativa tarea de sumergirse entre telas?

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