“El
triunfo del best-seller daña la industria de la literatura”
Entrevista:
Luisa
Bernal @LuisaBescribe
Foto: Lisbeth
Salas
Entrevisto
a Enrique Vila-Matas en el Hotel Metropole de Bruselas poco antes de
que protagonice una charla en un festival internacional de
literatura.
Tras
la presentación de su última novela El
aire de Dylan,
la
editorial Seix-barral re-editó a finales del año pasado su novela
más premiada: El
mal de Montano. En
junio re-editará París
no se acaba nunca
acompañado de un prólogo inédito del propio autor, titulado “Tan
feliz que ni me enteraba”. Hablamos sobre su obra, sus personajes y
el panorama literario actual.
En
una conferencia citaba que, tras una primera fase dedicada al
sinsentido del mundo y una segunda metaliteraria, con su última
novela, Aire de Dylan,
inicia una etapa dedicada a la búsqueda de la autenticidad.
-
Solo estoy seguro de las dos primeras fases. La tercera es lo que
deseo hacer. De todas formas, siempre he sido auténtico. Para mí,
ficción y realidad se mezclan con la misma naturalidad que yo paso
del catalán al castellano de manera inconsciente cuando estoy en
Barcelona. Todo procede de algo real. El texto más representativo
que he escrito sobre esto es el último cuento de Exploradores del
Abismo, basado en el momento en que la artista Sophie Calle me pidió
que escribiera su vida durante un año y ella la representaría. Me
pareció que era el inicio de una novela que tendría lugar en las
Azores. Al final ella no se trasladó a la isla y coincidió con un
momento en que yo estuve enfermo con lo cual el plan no se llevó a
cabo. Tras un momento de bloqueo, acabé convirtiendo un relato que
partía de la realidad, en ficción.
Creo
que cuando alude a la cita de Kafka “también
quisiera yo que me pusieran a prueba en mi guarida de ratón” ya se
adivina su postura frente a la eterna
disyuntiva entre la preponderancia de la historia o del estilo...
-
Las dos cosas van juntas pero el estilo es el propio autor, viene
dado por cómo es uno. Me gusta citar a John Banville cuando afirmaba
“el
estilo
avanza dando
triunfales zancadas,
la trama camina detrás arrastrando los pies”.
La
trama puede desarrollarse con cualquier pretexto: yo puedo estar en
una ciudad varios días sin que me ocurra nada pero, como lo anoto
todo, al final del día me daré cuenta de que han pasado muchas
cosas. Hay escritores que saben convertir lo que no ocurre en algo
que ha ocurrido.
Decía
Berkley que el sabor de una manzana está en el contacto con el
paladar. En el caso de los diarios de escritores, de los que se ocupa
en El mal de Montano, ¿pueden ser literatura esos escritos
personales?, ¿necesita la obra de una audiencia para ser arte?
-
El arte está en el momento de la creación. Ese momento
extraordinario en que el autor escribe sobre lo que le apasiona es
insustituible. Da igual cuántas personas lo van a leer -aunque a la
hora de escribir es interesante pensar en la comunicación con el
lector a menos que se trate de un diario personal y entonces el
diálogo lo establezcas contigo mismo-.
¿Por
qué la fascinación por los oblomovs, por los personajes que se
mantienen al margen de la acción, que atraviesan una crisis de
identidad o que fantasean con su desaparición?
-
En el origen de mi obra
ya está mi atracción por las “máquinas solteras”. Aunque yo
estoy casado, me gusta el funcionamiento en la literatura de los
personajes con marcada personalidad, que se distancian de los demás,
que son solitarios y vagan “like a rolling a stone”. Si una
película comienza con la escena de un tipo melancólico y enigmático
en una carretera perdida en la niebla que llega a un bar, de entrada,
es una escenografía que me interesa.
Estuvo
ligado al cine en su juventud (Vila-Matas dirigió dos cortos
y hizo sus pinitos como actor)y fue durante el servicio militar
cuando escribió su primera novela y siguió ligado a la literatura.
Si tuviese la oportunidad de, como alguno de los protagonistas de sus
novelas, recrear una identidad paralela, ¿habría dirigido una
película?
-
No, habría sido tenista porque cuando era joven me gustaba hasta que
fui atrapado por la idea de la bohemia, el arte y la literatura.
Sus
personajes a menudo se hayan en una búsqueda sin rumbo y eso les
lleva a visitar distintas geografías.¿Escribe en distintas
localizaciones siguiendo la trama de la historia?
-
Escribo en Barcelona pero, por ejemplo, escribí El doctor Passavento
sabiendo que visitaría el sanatorio de Herisau (Suiza) en el que
estuvo internado Walser.
La subida mientras nevaba fue muy emocionante para mí. Una vez en el
despacho, pedí al director ser ingresado porque no sabía cómo
continuar la novela después de mi visita. Escuché un “niet” y al final
fue mejor porque de todas formas no hablaba alemán y habría tenido
que recurrir a la imaginación igualmente.
¿Echa
de menos que el tema de trasfondo de El mal de Montano no haya dado
lugar en España a un debate entorno
a si la situación actual de la literatura puede llevar al escritor a
un callejón sin salida?
-
La literatura se ha convertido en algo marginal que ha perdido su
significación en el mundo. Hay una imagen que ilustra esto
perfectamente: en el quiosco del aeropuerto buscaba el libro de
conversaciones de Paul Auster con Coetze -el premio nobel y mejor
escritor contemporáneo vivo-. A pesar de ser dos autores tan famosos
y comerciales, me costó muchísimo encontrarlo. Cuando finalmente lo
hice, estaba en el suelo. El triunfo del best-seller superficial es
impresionante y se ha producido en muy pocos años. Pienso que va en
contra de la industria de la literatura.
¿Quiénes
son los responsables de esta situación?
-
Eso que lo ha invadido todo: el dinero. Los directivos de las
editoriales solo miran los resultados económicos inmediatos. Parece
que tiene lógica pero, a largo plazo, se dañan a sí mismos al
destruir la cantera de escritores jóvenes que, igual que en un
equipo de fútbol, tiene que contar con jugadores que suben desde
abajo.
¿Fueron
muy distintos sus inicios en los años 80?
-
Cuando empecé a publicar con Anagrama, los libros de esta editorial
tenían una presencia suficiente. No era muy mediática, pero eso no
era tan relevante para la literatura entonces. Las editoriales
independientes que han surgido en los últimos años raramente tienen
la valentía de publicar a nuevos autores nacionales. Siempre hay
autores interesantes pero hay que crear las condiciones propicias
para que crezcan.
¿Qué
perspectivas de futuro deja la situación actual?
-
Hay quienes defienden la postura de que es elemental que un escritor
sea consciente del fin de la literatura para, a partir de una
reflexión profunda, encontrar un nuevo sentido a la existencia a
través de la literatura.
Un
autor que pone en boca de uno de sus personajes “entre la vida y
los libros, me quedo con éstos”
y es una continua fuente de recomendaciones, ¿qué criterios tiene
para elegir sus lecturas?
-
El gusto personal. He viajado a Bruselas con tres libros porque,
dependiendo de las circunstancias de cada momento, uno me interesa
más que otro. Después, un libro te conduce a otro. Es una de las
cosas que está en mis libros: las referencias, muchos lectores han
descubierto libros gracias a ellas y me interesa esa faceta de la
literatura como memoria cultural. Igual
que un político debe mantener la memoria del pasado (que no lo
hacen) para no repetir los mismos errores. Al fin y al cabo, para
leer cuentan dos cosas: que te guste y que te lo creas, sabiendo que
es una ficción.
Para
terminar, ¿qué le queda pendiente?
-
Todo, porque cuanto más sé y más me interesa en lo que estoy, más
se acorta el tiempo para hacer cosas que me atraen.
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