Conversaciones con Godoffred Fofi y Gianni Volpi
Gallo Nero Ediciones SL
En Amarcord, una de las películas más emblemáticas de Fellini,
la gente va al cine y persigue a las chicas en el cine y durante el
almuerzo cuenta la película que vieron la noche anterior y la Gradisca
se acerca a preguntar al dueño de la sala cuándo pasarán la próxima de Gary Cooper
y brindan acordándose de él en las bodas y salen del cine dejando a
medias la película cuando alguien avisa de que fuera está nevando…
Decía Fellini que el cine se había apoderado de toda
su vida -“cuando hablo de cine, hablo de mí”- y esta afirmación podría
resumir la esencia de “La dulce visión”. El libro que publica Gallo Nero
parte de una serie de entrevistas que en 1993 Godoffred Fofi y Gianni Volpi realizaron al célebre director italiano meses antes de su muerte.
Aparte de una breve y acertada introducción de los autores y unas líneas del escritor Italo Calvino dirigidas a su amigo cineasta, tres partes bien diferenciadas componen el volumen:
Una entrevista que es una ventana a la que dan ganas
de asomarse más para conocer mejor a este hombre que todos coinciden en
calificar como generoso y muy afable. Sus referentes, su admiración por
Rosellini y su forma de dirigir, su amistad con Italo Calvino y Pier
Paolo Passolini, su visión sobre el cine, la televisión, la mujer, la
religión y la realidad italiana, su gusto por los sujetos extraños…
Una segunda parte dedicada a fragmentos de entrevistas
en las que reconocidos directores de cine americanos y europeos hacen
referencia a anécdotas y opinan sobre la filmografía de este creador
capaz de inventarse el mundo y contarlo con su cámara.
Por último, leemos “Fellini según Fellini”, una recopilación de declaraciones del director sobre cada una de sus obras y la ficha técnica de éstas.
La dulce visión es un libro con reflexiones sobre el oficio del cine y el ser humano para ir saboreando despacio. También es un libro que nos hace conscientes de ser testigos de la decadencia
de una época en la que las salas de cine constituían el centro de la
vida cultural de la ciudad. Es inevitable sentir cierta nostalgia ante
las declaraciones del propio Fellini: “Me resulta
imposible que pueda cerrar una sala de cine… El cine me ha protegido, ha
protegido mi adolescencia del fascismo, de la iglesia, de la familia,
de la ignorancia… El cine americano ha sido la oficina de prensa más
poderosa de los Estados Unidos. Ha creado un imaginario indestructible
que también nos ha protegido del manicomio, del compromiso y de la
estupidez entregándonos un mundo soñado. Ese ritual no puede
desaparecer.”
La dulce visión pide a gritos ser acompañado de un ciclo de cine
cargado de escenas sugerentes. Pulsar el play y revisar obras maestras
como La dolce vita, La strada o Fellini Ocho y Medio, habiendo leído previamente los comentarios de su autor y de directores como Woody Allen, Oliver Stone o Jim Jarmush.
Porque 20 años después de la muerte de Fellini, las salas de cine
siguen desapareciendo pero las buenas películas continúan generando la
misma emoción que la primera vez que se apagaron las luces y empezó la
proyección.
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