Postcards from Paris














Premisas dadas para elaborar la historia:

Si yo viviera en París sería aquí 121, Boulevard Saint-Michel

• época en la que te gustaría vivir en París Siglo XX

• En mi vida en París me gustaría que...

1. Vivir en el 121 del Boulevard Saint-Michel, y trabajar en "Le Petit Prince", una
pequeña librería en los bajos del edificio.
2. Que este trabajo fuera una tapadera para mi verdadero oficio, asesino a suelo.
3. Que mi mano derecha, inteligente y despiadada, Loulou Saint-Piere, trabaje en "La
Rose de Java", otra librería de la "Rue Campagne Première".
4. Que una guapa y pelirroja con boina verde, sea la detective privada que lleve nuestro
caso, (Dejo el nombre de la detective a elección del creador/a)
5. Que mi historia sea contada desde el punto de vista de Loulou Saint-Piere.






































Las 8. Mi españolito debe estar al llegar. A ver qué me cuenta hoy...no creo que me supere: estoy convencida de que hoy ha venido el ganador de la semana...

He pasado toda la tarde con un aire nostálgico recordando nuestro primer encuentro: cómo por casualidad elegimos a la misma persona en el mismo lugar, cómo surgió un proyecto de vida en común... Aún dudo si cuando nuestro mecenas, Pierre, nos retó a darle rienda suelta a nuestra imaginación por separado, ya vislumbraba lo que acabaría pasando...


Pierre viene cada jueves a las 5,30 p.m. a Rose de Java, la librería de la Rue Campagne Première en la que trabajo desde hace 4 años. Se me agotaron las novelas policíacas excitantes que ofrecerle, abandonaba la tienda con aire triste... -me pregunto si todo era parte de una actuación premeditada-. Una tarde me esperó y me ofreció invitarme a un café si le contaba una historia. Para él, nunca daba detalles suficientes; me faltaba experiencia, me dijo. Casi me ofendí. 
El jueves siguiente me preguntó si estaría dispuesta a adquirir más conocimientos. Contesté que sí casi sin pensarlo y la rueda se puso en marcha y empecé a ganar mucho dinero por "mis historias". Si alguien se pregunta si en algún momento tuve remordimientos de que el paso previo a contar las historias fuese hacerlas realidad, le responderé cómo resolví el dilema: cada semana elijo a la persona que peor se comporta en la librería. Le suelo dar una segunda oportunidad haciendo caso omiso a su primera impertinencia pero no suele fallar: el que es mezquino se reafirma en todos sus actos.

Cambien el sujeto de esta historia por una tercera persona, donde leen jueves, imaginen un miércoles; cambien la Rose de Java por  Le Petit Prince, la librería del 121 del Boulevard Saint-Michel... y ya tienen la historia de Benjamín.

Algunas veces me gustaría que nuestro proceso de selección fuese más flexible. Siempre tenemos una guapa detective pelirroja con boina verde al acecho a la que no me importaría hacer que dejara de molestar. Sé que Benjamín no lo aprobaría y, sin duda, sé que sospecharía de mí si desapareciera así que ahora tengo un nuevo entretenimiento mientras me aburro esperando a que alguien entre en la librería: imaginar cómo deshacerme de ella esquivando a quien conoce todos mis trucos hasta el momento...



 


  •  Si yo viviera en París sería
    librera


  •  época en la que te gustaría vivir en París
    Siglo XX




  • En mi vida en París me gustaría que 
    viajar
    conocer algún escritor interesante
    tener animales
    hablar otro idioma que no fuera el inglés, el francés o el español





  • Premisas dadas para elaborar la historia:
    
    -Pensamientos en un vagón del tren- 

    Siempre soñaba con viajar pero ahora cuando viajo, sueño con volver a mi pequeña librería en la rue Véron 18, reencontrarme con mis gatos, deshacer la maleta llena de atrezzo de teatro y volver a vestir un jersey de cuello alto y mi falda verde oliva... Sobre todo, sueño con volver a recibir la visita de Gyula y que me cuente qué anda escribiendo ahora o en qué desperfecto de un muro ha encontrado una cara que fotografiar o que me enseñe el último boceto de su libreta... Siempre está metido en algo nuevo y siempre recibe mis preguntas con una sonrisa y consuela mi inquieta curiosidad.

    Me planteo si tendríamos la misma relación sino hubiéramos reconocido en nuestros acentos que los dos veníamos de Hungría y que podíamos hablar en nuestra lengua materna...

    Gyula siempre me habla de sus proyectos pero nunca me ha contado que se publican y exponen en galerías y que Henry Miller y Picasso están entre sus amigos. Yo tampoco le he contado que las semanas que la librería está cerrada salgo de gira con mi pequeña compañía de títeres. Sin embargo, a veces sueño que una noche está sentado entre el público y me reconoce y al terminar me acerco y con una sonrisa cómplice le saludo como el resto de la gente en París y le muestro que también yo conozco su otra vida: “Buenas noches, Brassaï”.

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