Si tienes la suerte de que la compañía
de danza-teatro belga PEEPING TOM
se cruza en tu camino, no la dejes escapar. Si no la tienes, ve en su
busca y sé tú el que se cruce con ella. No te arrepentirás.
Peeping Tom
se enmarca en el denominado "nuevo
teatro belga"
y crea montajes con una fascinante escenografía cinematográfica.
Los bailarines, actores y cantantes que pueblan la escena propician
una atmósfera en la que todo parece posible (personas que se
desdoblan, desaparecen y se desintegran, objetos capaces de
bailar...) y que consigue envolver todos los sentidos del espectador.
Gabriela, ¿qué características
queréis que definan a la compañía Peeping Tom?
- Ha habido una evolución porque, como
muchos grupos, empezó sin pensar dónde lo llevaría el camino.
Nació como un colectivo entre un grupo de amigos que se juntan a
realizar un proyecto porque tienen afinidades artísticas comunes.
Nos llamamos Peeping Tom haciendo referencia al voyeurismo. Siempre
nos interesaron las historias íntimas de las relaciones humanas, no
partir de los grandes temas aunque todas las historias nos llevan a
la familia, al amor, a la muerte...
Después de esta primera obra colectiva,
Franck y yo seguimos como núcleo. Hemos ido creciendo y
paralelamente evolucionaron el lenguaje, nuestra búsqueda, la
estructura, las giras, el perfil del grupo muchas veces cambia según
los proyectos y el contexto económico.
Para nosotros es muy importante la cuestión de creación en equipo con un cierto tiempo de maduración para la concepción del decorado, la búsqueda de la música, el hecho de trabajar con intérpretes que son bailarines y otros que no lo son, de distintas generaciones...
Otras de nuestras características son tratar de ser lo más fieles a nosotros mismos, seguir cuestionándonos siempre y desarrollar un lenguaje propio, aunque sea difícil de definir. No queremos entrar en un proceso de producción continua sin cuestionarnos cosas.
Para nosotros es muy importante la cuestión de creación en equipo con un cierto tiempo de maduración para la concepción del decorado, la búsqueda de la música, el hecho de trabajar con intérpretes que son bailarines y otros que no lo son, de distintas generaciones...
Otras de nuestras características son tratar de ser lo más fieles a nosotros mismos, seguir cuestionándonos siempre y desarrollar un lenguaje propio, aunque sea difícil de definir. No queremos entrar en un proceso de producción continua sin cuestionarnos cosas.
¿Hay un ritmo de producción?
- Antes hacíamos una creación
y la girábamos durante unos dos años. Luego probamos a vender la
trilogía junta y funcionó. Ahora hay muchos factores que nos llevan
a tener un nuevo ritmo de producción y también recibimos propuestas
de colaboraciones externas desde una ópera hasta la artista Sophie
Calle, que plantean otros retos pero al mismo tiempo suponen
desviarnos un poco de esa búsqueda más casera y artesanal y nos
gustaría poder combinarlas.
- Frank y yo nos conocimos en la
compañía de Alan Platel, surgió una afinidad artística y personal
(fuimos pareja y tenemos una hija) y empezamos ese camino juntos en
Bélgica. En los 2000 pensamos que era un lugar propicio para crear:
pequeño y fértil. Si teníamos ganas de hacer algo, lo hacíamos.
Teníamos ciertas ventajas por haber trabajado con Platel: nos
prestaban estudios, conocíamos gente... Había cierta facilidad en
esa época, las cosas han cambiado mucho.
Además, Bélgica era un lugar
desprejuiciado artísticamente respecto a la mezcla de disciplinas
visuales: Platel, Jean Fabre.... Hubo una ola flamenca muy fructífera
y nosotros entramos ahí de alguna manera. Al principio nos costó
desvincularnos de Alan Platel pero sentimos que finalmente hemos
creado un nombre y lenguaje propios.
¿Es distinto el panorama de la
danza y el teatro en Argentina del de Bélgica?
- Es muy diferente aunque yo me he
desconectado mucho -hace más de 20 años que estoy en Europa-. La
danza cuesta más pero hay un movimiento teatral muy fuerte, sobre
todo el teatro independiente en Buenos Aires. En Europa, es más
visual y hay más medios. A nosotros nos fascina trabajar con
escenografía, encontrar un espacio donde ponemos los personajes y
transcurre la historia -que en la danza no es muy habitual-. En
Argentina se basa más en el texto, el contenido, el juego de los
actores...
A partir de Le sous sol Franck y tú
dejásteis de actuar como bailarines ¿era demasiado agotador,
necesitábais distancia...?
- Nos quedamos sin bailarines y
nosotros estábamos cansados, nuestra hija acababa de empezar la
escuela... Cuestiones de organización y personales nos hicieron
traer bailarines nuevos al grupo.
Es otra etapa y se disfruta de otra
manera, profundizando en ciertos detalles. No lo vivo como algo
frustrante. Aunque no descarto volver a bailar, me gusta poder
observar.
Trabajáis como colectivo, ¿cómo
se gesta una nueva obra? ¿Qué es antes el tema, la estética, el
estilo musical?
-
Muchas veces partimos de una escenografía. El lugar donde va
a suceder siempre ha sido importante. Franck y yo lanzamos una
imagen junto al tema y los intérpretes van generando elementos.
¿Es la decadencia un
lugar común en vuestros montajes?
- Es verdad, la pérdida y lo efímero están presentes. El hecho de
que cuando alquilas tu vida un día la tienes que devolver y todo
tiene un tiempo: hoy tienes trabajo y mañana, no, el teatro se
alquila por un tiempo y también la carrera artística se acaba.
¿Los personajes siguen estando
solos pese a estar rodeados de gente?
- Hemos mezclado historias paralelas: Hay personajes que observan,
que se observan a sí mismos y que no se saben observados. La soledad
siempre está en esos personajes. Se trata de no hacer una narración
lineal y lógica sino seguir los meandros del pensamiento que a veces
nos llevan a sitios que no podemos explicarnos de manera inequívoca.
Como espectador, resultan
inquietantes las ilusiones ópticas, las alteraciones de espacio y
tiempo, la atmósfera de misterio en la que los personajes se
desdoblan, desaparecen, parecen desintegrarse...
- Mucho procede de los bailarines e intentamos que no se quede en un
truco sino que se inserte en el contenido. Los personajes se
desdoblan como se intercala el personaje real y el recuerdo pero
puede interpretarse de distintas maneras. También abunda en el
escenario laberíntico borgiano en el que el espacio se multiplica
creando una infinidad de espacios.
Otra
sensación desconcertante como espectador es poder acceder a las
voces internas de los personajes, a lo que escuchan cuando se tapan
los oídos...
- Uno de nuestros
puntos de búsqueda es entrar en lo invisible de los personajes: en
lo que están pensando, sintiendo... Trabajamos mucho la sensación
de meternos en su cabeza, hacemos ejercicios reflejando los momentos
en una conversación en los que, mientras nos hablan, pensamos en
otra cosa. Bifurcamos el discurso: escuchamos la conversación y
seguimos lo que tú piensas.
Los nombres de personajes coinciden
con los nombres reales de los bailarines
- En la primera
obra nos pusimos nombres y para nosotros, que no tenemos formación
de actores, resultaba extraño. Siempre ha estado presente ese borde
entre realidad y ficción: en Le Salon estaba nuestra propia hija en
el escenario. Hay algo que se va transformando en surrealista pero
que siempre está ligado a una realidad.
¿Qué reacción o reflexión os
gustaría provocar en el público?
- No nos planteamos “nos gustaría
que que piensen esto o lo otro” pero sí dar el lugar para que el
público sienta cosas, se cuestione, se sorprenda... Se trata más de
intentar que experimente una dimensión diferente, que olvide su
lugar de espectador de danza. A veces la gente espera comprender y,
no es cuestión de hacer un arte sin ninguna conexión o no tener la
generosidad de no importarme si no entienden, pero no se trata tanto
de comprender sino de que algo llegue, te guste o no.
¿Se puede avanzar algo del próximo
montaje?
- La siguiente se llamará Vader (Padre) y tendrá lugar en una residencia de ancianos. El padre tiene un secreto que será revelado durante la función. Se estrenará en mayo de 2014.
- La siguiente se llamará Vader (Padre) y tendrá lugar en una residencia de ancianos. El padre tiene un secreto que será revelado durante la función. Se estrenará en mayo de 2014.
En tu faceta de profesora, ¿Qué
pretendes transmitir en tus talleres?
- Nos gustaría
hacer más. Muchas veces nos invitan y son los bailarines de la
compañía los que los dan. En mis talleres trato el proceso de
creación, doy llaves para abrir puertas y mostrar diferentes caminos
de búsqueda. No hay un método sino muchas herramientas diferentes
para crear material.
Avánzanos algo de esa colaboración
con Draft.inn que te trae a Madrid
- En junio daré un pequeño workshop de tres días, organizado
por Draft.inn. La colaboración con ellos comenzó el noviembre
pasado cuando fuimos a actuar en Madrid en Danza con "A louer".
Di un workshop y una master class y decidimos continuar una
colaboración con José Manuel Mora (en la primera etapa estuvimos en
el Festival XS en el Teatro National de Bruselas con Paco León,
Carlota Ferrer y David Luque).
La idea es seguir juntándonos para encaminar un proyecto juntos.
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